domingo, 5 de noviembre de 2023
New York Immigrant. Exposición individual de Daniel López. Del 10 de noviembre 2023 al 12 de enero de 2024
"La Torre ambulante" Exposición colectiva. Del 10 al 17 de noviembre de 2023
¿Qué es el asunto principal y el asunto secundario cuando un
ser humano de vuelca de improviso hacia la creación? Uno pensaría que lo principal hace énfasis en
la angustia por poner en funcionamiento un aparato conceptual y técnico capaz
de traducir, mientras las cosas de la vida se ocupan de suceder casi sin
advertir su presencia y potencia. Lo
principal quizá se refiera al juego de situaciones implícitas de un individuo
con coordenadas más o menos claras sobre el lugar del mundo. Es el acto de caminar
en medio de las superficies simbólicas dispuestas como señales difusas en
contenido e intención. Pero lo principal, aunque nos atraviese en su necesidad
de abyección, sigue siendo un campo de extrañeza al cual cuesta mucho
sintonizarse ya que responde a aprioris cargados desde multiplicidad de engranajes.
Como vemos en el anterior párrafo enrevesado, lo principal,
el asunto principal de la vida, cuando se trata de ponernos en la situación del
creador, se vuelve algo pesado que requiere un alto en el camino con el ánimo
de ver lo que sucede. Es natural que al
preguntarnos sobre lo principal en nuestras vidas aparezcan momentos relevantes,
por ejemplo, estudiar, hacer una investigación-creación, vivir una experiencia,
amar a alguien, odiarla, en fin, muchas cosas.
Consciente de ello la aventura del seminario nos ocupó
pensar en crear una obra. Sí , una obra. Pero ¿qué es una obra? ¿la obra es
algo principal en nuestra vida? Ahí comenzó el asunto de la obra individual. Entendimos
que cada uno tiene una obra o pronto la va a tener, que esa obra de alguna
manera se articula al compendio de acciones sobre las cuales toda la
individuación se permite deseos internos, potentes. La obra procura sentido, en
otras palabras, la obra necesita también desescalar lo principal para que pueda
eyectar, sacar, dejar ver.
Entre otras cosas propusimos darnos a la tarea de comprender
la necesidad por la obra ya que ella nos pertenece y nosotros la necesitamos
para ser en medio de un trasegar simbólico donde la tendencia consiste en
tratar de quitar peso, ese peso, incluso autoimpuesto, cuando nos la exigen
como requisito de grado. Una obra como parte de un trabajo de
investigación-creación es inmenso, importante, denso, concienzudo, dispendioso,
muy alejado de lo que debería ser, un espacio no principal, más bien secuencias
de ascesis que vayan ocurriendo en medio de la ejercitación constante y los hábitos
de creación adquiridos.
Si logramos aceptar la creación de obra como un asunto
secundario en nuestra vida tomado muy en serio, entonces tendremos ante nosotros
una gran fortaleza porque ese peligro, ese atascamiento de la obra de creación
fundada en lo principal se va disipando. El aporte no es poca cosa, consiste en
apostar en ascender con los atractores de lo secundario hacia el significado de
lo principal. Cuando uno tiene un habito de creación, no importa el área de interés,
se va alimentando una especie de verticalidad manifiesta hacia el nacimiento de
un neo misticismo de corte popular.
Se propuso a los participantes que hicieran un encorvamiento
hacia su interior para ubicar el lugar del atascamiento y desde allí plantear
una obra personal, con la premisa que la creación no se suscribe únicamente al
territorio del arte, sino que ella, la creación estética, compete a todos los
seres humanos, por el simple hecho que hemos caído a este mundo del
enervamiento estético en sus lenguajes y simbologías.
El sistema expositivo para exponer las obras consiste en una
estructura metálica vertical con un remate en forma de prisma que recuerda una
torre o un obelisco móvil ya que posee ruedas. La verticalidad falocéntrica
cobró mayor energía con la instalación de cables de acero tensados dentro de la
estructura con la intención de ofrecer soportes a algunas obras. Hay que anotar
que la estética de fuerza, amarre y tensión de la torre produjo en la mayoría
de creadores una reacción impositiva con la cual se debía dialogar.
La imposición del formato expositivo condicionó algunos
gestos de traducción, sobre todo aquellos que intentaban ablandar la rigidez
del dispositivo o manifestar de manera testimonial un rechazo ante la autoridad
representada en las emisiones de estado, academia y sus fracturas sensibles. En
iguales condiciones, el sistema expositivo ambulante, aunque fue creado en la
matriz protectora del laboratorio, intenta perforar el contexto de lo público.
Durante el mencionado laboratorio de montaje, cada
participante, no sólo se encargó de adaptar el espacio para su obra desde la
negociación común, sino que construyó una definición raíz que le permitiera
sintetizar de forma esclarecedora los elementos implícitos en su propuesta: no
partir de lo racional proyectual hacia la obra, más bien, con la cosa ya
expuesta en el mundo intentar comprenderla.
Dicho ejercicio se realiza construyendo un párrafo bajo la premisa
de las teorías de los sistemas y el resultado ayudó a repensar la creación
estética bajo la tutela de un entrenador, si tenemos en cuenta que el
entrenador es aquel que quiere que cada persona quiera. Montar una obra nunca
antes se ha visto tanto como un accionar que conduce a lo supra personal, eso en
otras palabras es lo que se conoce como trabajo. El entrenador echó mano de la
expresión física y experimental de cada estudiante a través del ejercicio: entereza,
fuerza, capacidad del arte del hacer, dolor y pensamiento concentrado.
Buena parte de las ejercitaciones se centraron en el
enfrentamiento con la autoridad en sus diferentes acepciones, en especial
frente a la autoridad materna. Dicho esto, de inmediato pienso que la mayoría
de obras se preocuparon por explorar los lugares de afectación, ya sea feliz o
triste, situación que, obviamente, generaba trazos vivenciales en latitudes insospechadas.
Se puso en evidencia el apriori del parto, esa intención por desligarse de la
madre, porque en cada creación en realidad lo que se busca es tratar de
desligarse de algo para sentirse ligero.
Como entrenador sentí que los participantes quería la ruta
de arrojar algo ya que ese arrojar , yo diría, ese arrostrar, produce
internamente la sensación de éxito si por éxito entendemos dejar a un lado lastres,
atascamientos y pesos, pero más allá, vínculos. Las ejercitaciones desespirutualizadas
conllevaron a liberaciones por asfixia, por estreches y otras cárceles, con la
tierna disposición a apegarse a nuevas situaciones en lo expuesto, lo abierto,
la no certidumbre, la duda ontológica.
Con todo, la “torre ambulante”, a nivel metafórico se
comporta como una nave espacial que ya ha perdido la relación con el mundo del
suelo estático. Con sus ruedas instala el nomadismo del arte contemporáneo a
partir de diagramas de alteración constante.
La torre realiza su actuación con mensajes cargados dispuestos en
alturas precarias, ya que es una máquina de categorías para revelar, reprochar y
señalar.