La obra se encuentra instalada en el salón de la Maestría en Estética y Creación de la Universidad Tecnológica de Pereira en Colombia. h-514
Texto:
Tetazo,
Dentro de las prácticas del cuerpo en el arte hemos asistido
a una nutrida capacidad de transgresión y desafío sobretodo cuando el accionar
con el cuerpo cumplía en exceso con premisas de significado o subjetividad.
En el panorama del arte de hoy, al menos aquella noción de
arte prefabricada sobre escafandras de inmersión ya solidificadas o caducas que
rodean la contemporaneidad en Colombia, existe una idea de continuismo acotado
aún a la confianza por el significado, es decir, la cosa del arte debe producir
un significado o apuntar a él.
A este respecto la obligación por el significado se ha
impuesto en tal medida conceptual que termina por afectar el sentido vinculado
a lo sensible, al gusto e incluso a lo estético. Concluyo lo anterior cuando lo
relaciono al cuerpo porque por un lado lo estético, considerado como aquello
que permanece en el tiempo deja espacio a lo temporal pasajero, a la moda y en
ese sentido de transmisión el gusto queda supeditado a la preeminencia de la
idea como un signo en declive. No interesa en el arte de hoy el gusto, en parte
porque también hemos visto que el gusto ha sido objeto de abuso de la
subjetividad.
El cambio consiste en proponer un arte que use la
subjetividad pero desde su objetivación, esto es, hay que objetivar la
subjetivación. Si lo logramos, entonces la subjetividad deja de ser un
territorio inmaculado donde no existe la critica y pasa a convertirse en un escenario de contexto más donde el artista
reconoce como lugar para el análisis y riesgo.
De igual forma ocurre con el significado. Si miramos con
atención la avalancha de obra con significado o hacia el significado en el arte
de hoy, nos damos cuenta que prácticamente y desde el primer conceptualismo,
todo lo planteado en arte debe cumplir una función significativa. Se apunta al
significado desde varias perspectivas y modos de hacer, algunas obras se
inscriben en compromisos evidentes y otras modelan sus posturas hacia juegos
intelectuales o pulsiones asociativas, pero siempre con el ánimo de significar,
de decir algo a alguien en cualquier parte.
Aunque reconozco que el significar es la dinámica en el arte
de hoy, personalmente produzco un arte que no tiene interés en él. Quiero decir
que poco pienso cuando hago arte en lo que ese arte carga de significado y
mucho menos si ese significado responde o no a un aparato teórico preciso o
acotado. Más bien, en mi caso y creo encontrar un eco, hay necesidad de hacer
arte en principio porque lo que me interesa del arte es hacerlo, sin importar
lo que ocurra con su resultado y ese hacer arte muchas veces o mejor, las más
de las veces, equivoca el elemento, no sabe, no conoce su valor significante,
pero lo cubren rápidamente de un significado.
No obstante lo anterior y en aras de ser perfectamente
contradictorio, me interesa pasada la creación introducirme en el territorio de
la interpretación y para ello echo mano de la especulación conceptual basada en
lógicas de asociación o respuesta sobre intuiciones fuertes adheridas en origen
al trabajo artístico, en este caso a la obra titulada “tetazo”, actualmente
expuesta en el Muro Líquido.
Dicha obra involucra la fotografía y el accionar del cuerpo,
dos medios que apuntan a la identificación de un elemento. Por tratarse del
cuerpo y lo fotográfico, ambos medios de producción sobrecargados de
significado de sentido, intentaré en lo seguido tratar de desprenderme de
arandelas conceptuales que fungen de justificación incluso académica para
llegar a identificar el elemento.
En la obra de fotoperformance titulada “tetazo” ocurren dos
cosas puntuales: la agresión y el humor. Mi intención primera con relación a la
agresión responde a una dinámica precisa del valor del cuerpo en las relaciones
interpersonales. Nuestra sociedad
necesita más que antes del reconocimiento de un cuerpo en general que permita
exponer una imagen de él para su representación de orden icónica, sensible o
relacional. En ese sentido el cuerpo de la mujer se ha convertido en una zona
de tención y acecho constante hasta su desposesión, ya no se es dueño del
cuerpo, él es una señal de dominación constante y desde muchos escenarios. En
la obra señalo el seno como una especie de lugar y no lugar cuando ubico en él
un sitio de cobijo conocido, refugio seguro pero también en él existe el
despojo y la falta de identidad. La teta que alimenta y da seguridad afectiva
incluso desde el castigo, pero la teta exenta de función relacional.
Esa teta en general como símbolo de búsqueda por lo
afectivo, el deseo y el anclaje en la obra se convierte en un objeto
significativo sobre un estado de las cosas cuando pensamos que en efecto
estamos recibiendo directamente del conjunto social y económico cachetadas de
teta desde que fuimos arrojados al mundo. Con la teta logramos adaptarnos a la
cultura como criadero de seres humanos y con la teta nos alejamos de lo salvaje
ya que hemos convertido a la teta en una nueva construcción de naturaleza
transformada para la configuración del hábitat. Es fácil ver y sentir los
avances de teta en lo medial del simulacro cultual contemporáneo. En ese
sentido la obra “tetazo” nos introduce en un juego de asociaciones trágicas que
nos recuerdan los círculos de alejamiento y ensimismamiento. Lo que ocurre es
que la teta del tetazo despierta con violencia anclajes dados por seguros, esto
gracias al componente del humor.
En el fotoperfomance aparece el autor en el momento justo
cuando recibe un golpe de teta en su rostro de forma violenta que termina por
generar un desplazamiento, una reacción con gran movimiento en la imagen. El
acontecimiento detenido informa sobre un acto que por su misma inverosimilitud
produce extrañeza y con ella da paso al humor. El seno desnudo ocupa un lugar
muy protagónico en la imagen, esto en parte porque el sentido de la imagen
requería potenciar de manera significativa el seno como un elemento
sobredimensionado y de imposición capaz de contener para la imagen la
suficiente energía conceptual para validarlo como objeto de imposición de un
orden, non tanto como objeto de dominación sexual.
En realidad el fotoperformance no usa lo sexual ni siquiera
lo erótico porque todo el arsenal significativo ha sido instalado en la
búsqueda del humor cínico al intentar representar en una imagen el
comportamiento del cuerpo en la vida tal cual hoy la consideramos social, económica
y políticamente.