Las cosas que aparecen, las que resuelven las dudas de la
apariencia, las que entendemos a pesar de la confusión o maleabilidad no hacen
sino presentarnos otras formas por comprender la realidad, muchas veces cargada
de drama o en atención a problemas, maneras extrañas de consumirse. Nosotros
como fórmula de la gente de hoy no elegimos por nosotros mismos con la valía de
una razón que pudiera justificar el hecho por conocer, por apropiarse de lo
insólito. Vivimos en una monotonía propia de una vida de posguerra donde la
única premisa consiste en consumirse sin argüir ningún propósito, ya que al
consumirnos simplemente obviamos el espacio vacío que se abre a nuestro
alrededor.
Las cuestiones relativas al espíritu también dialogan todo el tiempo con ese vacío de la caída (no sabemos si hacia adelante) pero si en orden contemporáneo porque a pesar de no encontrar un fondo, un límite de caída, percibimos que el vacío actual posee un tono particular y quizá esa tonalidad deba todo su potencial al esteticismo el cual ha logrado recubrir lo absurdo bajo el manto de la sensación. Es fácil asumirse hoy como una consecuencia de algún tipo de sensación, las más de las veces, derivado de una inconsciencia debido a que las cosas que se enlistan en los mundos, todos sin excepción, nos causan un gran vértigo donde la oportunidad de consumo tiene que ver simplemente con saber elegir un menú y no perder con ello la esperanza.
Entre los mundos, el posmoderno como condición de planeta abarrotado, no sólo de gente y sus culturas de crianza, sino de situaciones, algunas de las cuales conservan la lógica del sensacionalismo y del consumo, pero muchas de ellas como respuestas de auto devoración, esto último porque vivir consiste en no dejar nada de uno mismo, porque si algún trozo sobrara con toda seguridad no interesaría a nadie, a pesar que a donde uno mire lo que predomina es el apetito por todo.
El arte no puede comportarse de forma diferente porque este fenómeno responde al igual que las demás adicciones enganchado a las sensaciones, razón por la cual el arte no encuentra límite alguno en medio de una sórdida frivolidad que nada tiene que ver con la libertad. Los artistas y el arte que de ellos emerge es frívolo en el sentido que debe tomar decisiones, decidirse entre una y otra alternativa sin tener una razón seria. Esa capacidad de decidir del arte de hoy no posee raíces, sino rodeos biográficos o radiaciones de mínima escala inestables en emisiones. En otras palabras, un arte regido por la entretención o el ánimo de diversión, si entendemos la diversión como eliminación consciente de factores de tensión así sean insignificantes, lo importante es despejarse, esparcirse.
La propuesta plástica de Luis Fernando Arango titulada “sustrato” extrañamente se opone a lo no serio del arte de hoy debido a que asume de entrada un reconocimiento de los problemas de la verdad y sus efectos políticos, ya sea en la escritura de la historia de los acontecimientos, o bien en la factura con intención de texturas finísimas de ocultamiento para provecho de las manipulaciones. La verdad no es una ni es unívoca, muy por el contrario, depende de las voces que la invocan sin que exista en ella algo definitivo, por lo tanto, quedan en nuestro estudio algo propositivo, una alegría, quizá una imagen fallida colonialmente capaz de romper el develamiento y así dejar ver algo divergente, esos pequeños desniveles que conforman la realidad construida como opciones en medio de razones débiles.
El sustrato habla de unos contenidos decantados por varios motivos a través de una creación que usa una nueva intuición en busca de soluciones sin preguntarse por los métodos o los por qué, un purgatorio que hace de la crisis y el dolor una fuerza sintética sin ser radical.
Las obras de
Arango revuelcan en lo putrefacto de lo no protagónico las mil posibilidades,
los distintos ordenes, las luces titilantes y con esa sencillez que brilla de
lejos, lograr arrancar la mediocridad de la maldad de un tajo, porque el hábito
de su propuesta plástica conjura las tentaciones estetizantes al dejar a un
lado la misión por cumplir al detalle las promesas rotas o el desamparo. En
sustrato se evita lo indeseable, se mantiene en una crítica moderada a la
espera de un ajuste de cuentas definitivo que por ahora no será un arte sospechosamente
cercano a un compromiso.
Oscar Salamanca
curador
Oscar Salamanca y Luís Fernando Arango
Luís Fernando Arango
Luis Fernando Arango Duarte. 1961.
Artista, poeta,
narrador, gestor y curador de arte, dirige hace 11 años, el Museo del barrio
arte contemporáneo en Manizales, Colombia, desde donde ha dinamizado la escena del
arte con importantes proyectos curatoriales como el FIAAAR Festival internacional
de arte aire y agua resonancias, que llega a su séptima versión, y Sumisión
cero, encuentro internacional de performance, por su tercera muestra.
Luis Fernando es un artista multidisciplinar con una trayectoria profesional de más de veintitrés años, durante los cuales ha tenido importantes reconocimientos y premios, tanto como artista y como curador. Entre ellos, el gran premio del primer salón nacional de arte popular BAT - MinCultura 2004, pasantía MinCultura 2011, Beca de circulación internacional Chile 2012, MinCultura, Beca de investigación curatorial 15 salón regional de artistas MinCultura con Resonancias y derivas del agua, 2014.
Ha participado en innumerables exposiciones individuales y colectivas en forma constante durante su vida profesional tanto a nivel nacional e internacional como los 40, 41 y 42 Salones nacionales de artistas, Utopías aplicadas, Chile, Curare alterno 44 SNA, Papeles Insumisos, Argentina, Dislocated Dislocada USA, México, Colombia, IX y XVII Festival Internacional de Performance PerfoChoroni Venezuela, 2 y 4 Bienal Internacional de performance PerfoArtNet, 8, 12 y 13 Festival Internacional de la Imagen, Manizales, Translocaciones, Galería SISBEN, México, entre otros.
Es un artista autoformado que realizó posteriormente estudios en curaduría y arte contemporáneo. Su trabajo presenta un interés permanente por el arte conceptual, el poder y sus relaciones desde lo político y económico. Recurre a la literatura, el psicoanálisis y la historia para sus obras.
Contacto:
luisfernandoarangoduarte@gmail.com
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