Estaban Veléz. óleo sobre tela |
El paisaje actúa como método de formación
alimentado por la constancia. En él aprendemos pacientemente aspectos que
competen a la pintura, pero también a la educación de nuestros ojos con el
objeto por entender los problemas de la representación, las nociones del arte y
la búsqueda de la calidad, sean cuales
sean nuestros paradigmas. Desde la anterior perspectiva, realizar pinturas de
paisaje al aire libre nunca es una tarea satisfecha, es decir, nunca es
suficiente la cantidad de paisajes que logremos plantear, porque siempre surgen
nuevos problemas a medida que vamos penetrando en su mundo, en su complejidad. Esteban
Vélez es un artista en formación quién ya maneja un medio difícil como es la
pintura pero que necesita detenerse, hacer un alto en el camino para ver.
Muchas veces parar produce más alcances que insistir en continuar porque la
pausa obliga a reflexionar sobre lo andado y fuerza necesariamente al espíritu hacia
el proyecto. La pintura de paisaje al aire libre nos enseña a traducir con base
en elementos de orden constructivo formas fugaces, las cuales van adquiriendo
una lógica de imagen exenta quizá de constatación, quiero decir, sin
preocupación por aprisionar lo real en lo mimético. En este lugar del captar y aprehender
se encuentra la pintura de Vélez y la de todos nosotros independiente del
tiempo que carguemos de experiencia pictórica: siempre ocurrirá lo mismo frente
a lo natural, ese pequeño pero a la vez inmenso corte de mundo sobre el cual
disponemos una superficie de trabajo en tiempo específico.
Cuando veo la pintura de paisajes de Vélez
extraño esa obra escondida en preparatoria y morosa de contemporaneidad.
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