miércoles, 29 de junio de 2022

"Semancias" Exposición individual de Mauricio Porras Rey. Muro líquido del 1 al 28 de julio de 2022


 

Si hemos de hablar acerca de la presencia de lo bello en el arte de hoy, con toda seguridad los discursos se verán enrevesados porque lo bello, o lo que queda de su sensación, parece haber desaparecido a tal punto que, en vez de provocar sutiles transformaciones, genera profundas sospechas. La belleza, al menos como una discursividad más opera en nuestra sensibilidad como un estadio de percepción posibilitada por estrategias del misterio, ese misterio producido por las cosas simples, pero también por la propia extrañeza.

Dentro de la extrañeza encontramos los efectos seductores a través de los cuales sintonizamos nuestra percepción occidental de la mirada basada en lo expectante hantológico, sobre todas aquellas imágenes producto de performatividades en crisis hacia presencias asertivas, ambiguas si se quiere, pero de todas maneras configuradas en planos de exhortación e incluso advertencia. Las obras de arte comparten ese deber poder querer al que se refería Kant en la metafísica de las costumbres, ya que en ellas se maneja grados de potencia que finalmente terminan por actuar a su voluntad en lo que ellas determinan.

Las potencias representan finalmente capacidades de los seres humanos que deben querer para contener lo sublime del abismo inconmensurable del espacio oscuro, con cada diseño, composición, grafía, buscan los artistas islas pequeñas construidas sin dependencia alguna por contextos continentales. Estos territorios llamados laboratorios y demás escenarios de enunciación representan aislamientos programáticos donde la creación prospera en condiciones de individuación.

La isla de mundo resuelta como espacio vital en la obra de Mauricio Porras habla de sueños de hombres quienes decidieron tener consciencia de su capacidad de separación, pero intensamente conectados con el flujo regular de la vida corriente de los otros, porque son prototipos a su medida de lo que se ha dejado y que ahora se encuentra rodeado por una especie de nuevo río océano. Las aguas de su corriente protegen la exquisita ecúmene conformada por una reunión de flora, fauna individual, estructuras de lo interior, colores disangélicos y figuras.

El alimento figurativo de la obra de Porras nada tiene que ver con el reconocimiento de la forma o la envoltura del objeto, sino que establece un acercamiento post- metafórico ya que la figura mantiene su representación, pero como clímax de compromisos con mandos espirituales dados en la experiencia de ese rico invernadero nutrido por la atmósfera decisiva del derecho al aislamiento de la interconexión. En ese sentido, la inteligencia plástica de sus obras negocia entre las formas figurativas del interior con las aportaciones provenientes de las masas de demás ínsulas o bien de tierra firme. Lo convulso de su propuesta, que tanto arrastra, tiene que ver con la capacidad de contener diferentes biosferas con múltiples orígenes, las cuales se engendran en planos de intelectualidad emparentadas con procesos ritualistas, sacramentales o de naturaleza circundante.

Algo similar ocurre con la presencia inefable de la fascinación por la linealidad, el equilibrio de pesos y las superficies recortadas. Sus pinturas geometrizantes se alejan de abstracciones seudo conceptuales, así como de composiciones de juegos de opuestos con diversos matices y direccionalidades. De hecho, no podemos comprender la situación geométrica como nostalgia exigua de formas constructivistas, sino como formulaciones cargadas de estratos organicistas en medio de un paisaje recorrido. Es decir, una verdadera geometría del uso, un uso de sí pero también con la consciencia de un uso de mundo, ya que su sistema creativo funciona como un marco que separa la obra del contexto circundante, porque toda ella medularmente habla de estar en casa.

Oscar Salamanca




OBRAS
























































































































Nací en Bogotá,  estudié en un colegio liberal, hice la carrera de artes, me adentré en las artes meditativas desde muy joven, descubrí la plenitud que produce ser profesor de lo que sea, emigré hastiado de mi país de origen, llegué a México , estudié algo más, me casé con un ser lleno de luz, viví una hibernación  recuperatoria larga, me  sumergí mucho más en la pintura, y como todo lo que baja sube, volví a las lides de las redes sociales y culturales, y heme aquí.




No hay comentarios:

Publicar un comentario